lunes, 14 de diciembre de 2015

Tauromaquia.

La tauromaquia se define como «el arte de lidiar toros», tanto a pie como a caballo, y se remonta a la Edad de Bronce. Su expresión más moderna y elaborada es la corrida de toros, una fiesta que nació en España en el siglo XII y que se practica también en Portugal, sur de Francia y en diversos países de Hispanoamérica como México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Costa Rica. Es también espectáculo de exhibición en China, Filipinas y Estados Unidos. Las corridas de toros han despertado diversas polémicas desde sus comienzos entre partidarios y detractores.

En sentido amplio, la tauromaquia incluye además todo el desarrollo previo al espectáculo como tal, desde la cría del toro a la confección de la vestimenta de los participantes, además del diseño y publicación de carteles y otras manifestaciones artísticas o de carácter publicitario, que varían de acuerdo a los países y regiones donde la tauromaquia es parte de la cultura nacional.

Mi punto de vista:

La tauromaquia no es más que un obsceno negocio que trafica con la tortura y la crueldad. Por mucho que algunos quieran disfrazarlo, las corridas de toros constituyen un crimen, un asesinato a sueldo donde se martiriza a seres vivos por diversión a la vez que se ensanchecen los bolsillos de los empresarios taurinos.
Tortura y asesinato en público se venden como actos legales amparados por la “tradición”. ¿En qué mente cabe que pueda sacarse diversión maltratando a un ser vivo hasta su muerte?
El rechazo a las corridas de toros en el Estado Español ha crecido extraordinariamente. Tarde o temprano esto tenía que suceder, dado que la historia marca una dirección inequívoca hacia un progreso cultural y ético, donde no cabe la crueldad con los animales.



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